viernes, 27 de abril de 2012

Vendedores de humo, mercaderes desilusionados




¿Son las películas de Oeste un tema universal? ¿El modo de vida de la clase media americana el reflejo del comportamiento de las familias del resto del mundo? Hoy una persona que sabe muy poco de animación ha declarado en el Festival de Málaga que los dibujos animados triunfan por su universalidad (huída del localismo), pero cuando lo hacía, corto en el dominio del lenguaje en el uso del recurso al sinónimo quería decir uniformidad. Nada más incierto. El cine de dibujos animados tiene porvenir en su diversidad, en la particularidad que refleja valores universales. Persépolis, retrato emocionante de una sociedad medieval incrustada en el siglo XX conmovió a personas de todo el mundo aunque se refería a la más singular y concreta de las realidades.

Por eso nosotros defendemos la posibilidad de hacer Arte que interese a gente de muchos lugares del mundo a partir de la historia y la literatura de un país tan pequeño, colocado además en la esquina del Fin de la Tierra, como es Galicia.

Lo otro es pretender construir relatos mediante estereotipos, personajes de papel y tinta desprovistos de vida y relaciones humanas. Humo para vender, que normalmente se desvanece en la taquilla que soñaba conquistar.

viernes, 20 de abril de 2012

Un sencillo cambio de acento en nuestro proyecto anime




Ponemos en marcha “La granja de los malditos” convertida en coproducción internacional, con un horizonte de remate de la producción de tres años.

Cambiarán los maizales de Galicia por los de las tierras americanas del Norte.

Los mafiosos con preferencia por la degustación de whisky y BMW en el momento del postureo, por “el sol y sombra”, el licor café y el “1430 rectificado” en la vida personal y gheada para intimidar; dejarán su puesto a rubicundos muchachotes de dos metros, de pocas palabras, acento “westies” y predilección por la cerveza negra con chupito de whisky de malta.

Mudarán los paisajes y las costumbres de los hombres y de las mujeres protagonistas, pero no los sentimientos, las debilidades y pasiones que los mueven. Tampoco la plaga que, metáfora de la que asola a la civilización sin relaciones personales de estos tiempos, sustituyó aprecios u odios por sensaciones construidas sobre la química y la física del placer y el displacer. Pasajeros fugaces.

jueves, 12 de abril de 2012

Una línea clara a seguir en el cine de animación



"L'île de Black Mór"

Cuando empezamos en Deboura el rodaje del largometraje "The little wizard. O mago Dubidoso", descubrimos en la obra del francés Jean-François Laguionie un modelo de diseño que nos fascinó. Era un camino artístico para la animación industrialmente modesta que procurábamos y hasta aquel momento no consiguiéramos hallar.

Nos gustaba la línea clara, pero nos repelía el esquematismo “fascistoide” de Hergé. Nos disgustaba el hieratismo demorado, aunque fascinante en su estética, de Corto Maltes.

En el dibujo de Laguionie se conservaba un trazo una perspectiva narrativa alejada de lo malo del patrón Hergé, preservando lo genial de la línea clara y del dibujante belga, cercanos al estilo de los dibujos y los cuadros de gran formato de Castelao.

A su vez, lo vimos compatible con la posibilidad de enriquecerlo con nuestro descubrimiento de los muñequitos rusos, que ya comentamos. También con la música, el montaje puramente cinematográfico tan cercano a nuestros admirados Ford y Hitchcock, hijos agradecidos de los padres de de la edición en el cine: Griffith y Eisenstein.



La película "L'île de Black Mór" de Jean-François Laguionie nos sirvió de referencia. Pequeña producción sin grandes pretensiones, con un guión que se salía de las historias ordinarias a las que parecen estar condenados los argumentos destinados al consumo infantil. Como si éstos sólo pudieran entender una parte de la realidad y la otra les estuviese vedada, o flotara a una altura que su estatura no alcanzara a ver. Tal si los estudios de Piaget no existieran y el mito de la inocencia infantil creada en el dieciocho aún no fuera desmontada.

Así, nos encontramos ante todo, una forma de relatar diferente. “Antigua”, dijeron algunos que nada saben, confundiendo 2D con trasnochado. Como cuando se descubrió la fotografía, los más, llamaron "antiguos" a los pintores impresionistas.

En el 2011 Jean-François Laguionie acaba de estrenar su último film de animación "Le Tableau" (El Cuadro). Demuestra otra vez su genialidad. La capacidad de renovar el lenguaje de los dibujos animados. Inventado. Saltando todas las convenciones al hallar una nueva forma de expresarse. Vuelve a demostrar su capacidad de renovar el lenguaje de la animación mezclando el 2D y el 3D con la delicadeza de lo indectectable. Hace Arte. Como escribió el maestro Gregory Lukács: "Cuando el lenguaje supera los límites del lenguaje ordinario gracias a la capacidad creativa del artista, se hace lenguaje artístico". "Le Tableau" es sin dudarlo una obra de Arte del cine de animación.



lunes, 2 de abril de 2012

Los normandos en Galicia


The Little Wizard. O mago Dubidoso” ha comenzado su comercialización en el extranjero. En los países escandinavos nos han puesto la objeción de que los normandos no eran piratas ni secuestraban a gente. Qué tales hechos son históricamente falsos.

Ya les fue rebatido documentalmente, aunque los sentimientos nacionales sobre lo propio poco tienen que ver con la razón y el argumento.




Las novelas históricas —“Bieito Dubidoso” lo es— son examinadas por algunos como si tuvieran la obligación de cumplir los requisitos de los manuales de historia en la reproducción exacta de personajes y hechos. Sin darse cuenta que a menudo, empezando por la Biblia, la “Historia” que la mayoría de los hombres aceptan por verdadera es la más incoherente y burda. También a veces, la literariamente más bella de las ficciones.

“Bieito Dubidoso” es una modesta novela que intenta describir —en ocasiones valiéndose de recursos, como la metáfora torpe o la fabulación desconsiderada–, una época, sus costumbres y la lucha entre los diversos estamentos que la componían. Lejos de la perfección, seguro que no consigue alcanzar la calidad de “Las memorias de Adriano”, “El general en su laberinto”, “Yo, Claudio” o la cumbre del género: “Guerra y Paz”.

Tampoco lo pretendió nunca. Pero todo lo que cuenta ocurrió aunque no sea en la forma que se relata, pero sí en sus consecuencias. En Galicia hubo reino y reyes gallegos. Las ciudades se rebelaron. Hubo mujeres que dominaban el idioma bellísimo de las cantigas. Y se construyeron catedrales y puentes, y se tallaron joyas y se pintaron delicados libros miniados que salían de las manos mágicas de hombres de destreza infinita, no de la magnanimidad de dioses de arcilla o de oscuros y sobrenaturales poderes.

Y a Tui llegó Olaf, rey escandinavo que convertido al cristianismo fundó un convento allí, y fue hecho santo a pesar de creer en un cielo en el cual, a modo de moderno transatlántico, los reyes viajaban en faustuosos salones para toda la eternidad, mientas en las cubiertas inferiores, y según categoría social del doliente, iba proporcionado el confort en descendente nivel hasta llegar al sollado donde se amontonaba la plebe, en un recorrido además de incomodo con final.

A la vez fueron frecuentes las incursiones de gavillas de piratas vikingos dedicados al saqueo. También el secuestro de rehenes para obtener rescate era una práctica habitual en ellos como así refleja un documento del año 1026, donde se reseña la liberación de dos rehenes a cambio de la entrega de una espada, una camisa, una vaca y otros enseres como rescate.

(Para una información más detallada consultad el interesante libro de Vicente Almazán: "Gallaecia Scandinavica", Editorial Galaxia, 1986)
 
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