lunes, 2 de abril de 2012

Los normandos en Galicia


The Little Wizard. O mago Dubidoso” ha comenzado su comercialización en el extranjero. En los países escandinavos nos han puesto la objeción de que los normandos no eran piratas ni secuestraban a gente. Qué tales hechos son históricamente falsos.

Ya les fue rebatido documentalmente, aunque los sentimientos nacionales sobre lo propio poco tienen que ver con la razón y el argumento.




Las novelas históricas —“Bieito Dubidoso” lo es— son examinadas por algunos como si tuvieran la obligación de cumplir los requisitos de los manuales de historia en la reproducción exacta de personajes y hechos. Sin darse cuenta que a menudo, empezando por la Biblia, la “Historia” que la mayoría de los hombres aceptan por verdadera es la más incoherente y burda. También a veces, la literariamente más bella de las ficciones.

“Bieito Dubidoso” es una modesta novela que intenta describir —en ocasiones valiéndose de recursos, como la metáfora torpe o la fabulación desconsiderada–, una época, sus costumbres y la lucha entre los diversos estamentos que la componían. Lejos de la perfección, seguro que no consigue alcanzar la calidad de “Las memorias de Adriano”, “El general en su laberinto”, “Yo, Claudio” o la cumbre del género: “Guerra y Paz”.

Tampoco lo pretendió nunca. Pero todo lo que cuenta ocurrió aunque no sea en la forma que se relata, pero sí en sus consecuencias. En Galicia hubo reino y reyes gallegos. Las ciudades se rebelaron. Hubo mujeres que dominaban el idioma bellísimo de las cantigas. Y se construyeron catedrales y puentes, y se tallaron joyas y se pintaron delicados libros miniados que salían de las manos mágicas de hombres de destreza infinita, no de la magnanimidad de dioses de arcilla o de oscuros y sobrenaturales poderes.

Y a Tui llegó Olaf, rey escandinavo que convertido al cristianismo fundó un convento allí, y fue hecho santo a pesar de creer en un cielo en el cual, a modo de moderno transatlántico, los reyes viajaban en faustuosos salones para toda la eternidad, mientas en las cubiertas inferiores, y según categoría social del doliente, iba proporcionado el confort en descendente nivel hasta llegar al sollado donde se amontonaba la plebe, en un recorrido además de incomodo con final.

A la vez fueron frecuentes las incursiones de gavillas de piratas vikingos dedicados al saqueo. También el secuestro de rehenes para obtener rescate era una práctica habitual en ellos como así refleja un documento del año 1026, donde se reseña la liberación de dos rehenes a cambio de la entrega de una espada, una camisa, una vaca y otros enseres como rescate.

(Para una información más detallada consultad el interesante libro de Vicente Almazán: "Gallaecia Scandinavica", Editorial Galaxia, 1986)
 
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