Decía Hitchcock, y hace poco lo ratificaba el escritor norteamericano de género policiaco Elmore Leonard, que habitualmente de las grandes novelas salen malas películas; de las mediocres, a veces, obras de arte.
Lo notarán los espectadores -y así lo manifestaron quienes tuvieron la oportunidad de asistir a los numerosos pases del film en el reciente Festival de La Habana-, en la fluidez de la narrativa audiovisual, la planificación integrada con naturalidad en unos diálogos nunca artificiosos, y sobre todo, en este caso percepción sólo reservada a aquellos que leyeron la novela, la fidelidad de fotocopia entre una y otra versión.