viernes, 14 de septiembre de 2012

Para el cine IVA reducido no, mecenazgo tampoco



Los inicios de cada temporada son laboriosos. Los días consumen las horas de un trago, como si tuvieran una sed muy atrasada. Vuelven los proyectos acompañados del firme convencimiento de que esta vez sí saldrán adelante. Es lo de siempre en cada comienzo de curso. En cada vuelta de vacaciones, los buenos propósitos espantan el miedo al reencuentro con la rutina esperanzada del trabajo de cada día.

Era lo habitual hasta este año.

Pues en el ramo profesional del cine, al igual que en nuestra sociedad– son partes inseparables–, se ha instalado un pesimismo demoledor, que ni el éxito deslumbrante de Tadeo Jones ha logrado mitigar. Nadie siente el mínimo atisbo de esperanza.

Acabamos de llegar de un viaje por varias ciudades del país, muy alejadas unas de otras. Y en todos los colegas se percibe una sensación de sector en derrumbe imparable. Un sector al cual sólo se le aplican piquetas: IVA desmesurado, ayudas recortadas, escandalosos impagos de subvenciones, espectadores esfumados y piratas que navegan escoltados por los aduaneros ciegos de un Gobierno propietario y maquinador del plan para la conversión en escombros, más pronto que tarde, de la industria cinematográfica española.

Para más, ayer, cuando salíamos de Madrid el mensajero Lasalle, el inocente que golpea a las víctimas, hizo un anuncio como mandao. Viejísimo papel que Berlanga parodió maravillosamente en "El Verdugo", y dolencia moral cuya indolora medicina es la dimisión. Pues como decíamos, Lasalle el mensajero cariacontecido, anunció ayer que la Ley del Mecenazgo no se iba a poner en marcha hasta que mejorara la situación. Es como si al hambriento le prometieran comida para cuando dejara de tener hambre.

No nos miréis a la cara que os ponéis coloraos
 
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