lunes, 29 de octubre de 2012

Más vale barco sin cine, que cine sin barco

 


El rey Juan Carlos ha viajado a la India en compañía de una misión comercial de nuestro país para, usando la terminología convencional, abrir mercados a las empresas españolas.

Como es habitual en estos casos los sectores que participaron en la misión fueron: el de la industria de armamento, telecomunicaciones, ferroviaria de alta velocidad y energías renovables. Aunque estos sectores son más bien conglomerados trasnacionales que utilizan la Marca España, pues según convenga la rentabilidad de la "deslocalización" del ensamblaje lo hacen en uno u otro país.

Las que de verdad son empresas españolas dignas de un apoyo a la exportación, con un alto valor añadido —tanto en la generación de puesto de trabajo, como en la expansión del conocimiento de la realidad diversa del Estado Español—, son las industrias culturales y en concreto el cine. No hay más que ver el ejemplo del cine americano como difusor imparable del estilo de vida USA (“American Lifestyle”) y los productos asociados que colonizan pacíficamente el mundo.

Pero en la lógica de este viaje de intercambio mercantil, la industria del cine española, después de los palos recibidos en estos últimos meses (eliminación de subvenciones, subida del IVA…), no ha sido merecedora de ser promocionada en un mercado tan importante como el indio. No viajó ningún representante de nuestro sector. Por el contrario, aprovechando el erial en el que han convertido a nuestra industria audiovisual, y la débil competencia o resistencia que puede oponer, lo han usado como moneda de cambio para conseguir concesiones. 



Así, le ofrecieron a la potente y protegidísima industria cinematográfica india la posibilidad de instalar un Bollywood ibérico.

Nuestra empresa no puede vender dibujos animados en la India, sólo comprarlos. Las trabas para el cine en imagen real son rocambolescas. Estrenar en ese paía significa sortear un catalogo de prohibiciones insalvables. 

Ellos van a venir a España, dicen que a rodar la Tomatina de Buñol, después nos harán bailar al ritmo de sus hermosas coreografías.

El cine español bien vale la mitad del proyecto de una fragata. Qué la construyan en los astilleros de O Ferrol, por lo menos nos quedará más cerca el cambio de chollo.

 
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