jueves, 4 de octubre de 2012

Tsunami en el Kursaal



La semana pasada estuvimos en el Festival de Cine San Sebastián con la Delegación Gallega que asistió al encuentro patrocinado por AGADIC entre productoras de cine de Galicia y Brasil. En esta interesante reunión se abordaron temas como las posibilidades de colaboración entre los dos países. Proyectos ya realizados entre ambos. O las especialidades con más futuro, asunto éste, en que hubo una casi total unanimidad, pues todos los presentes, los que ya nos dedicamos a ella y los que aún no, depositaban en la animación su esperanza en un futuro prospero y lucrativo. Alejado por fin de esta crisis interminable, que amenaza con hacerse endémica en el cine. Ojalá la opinión de muchos sea una predicción acertada.

En otro orden de cosas, nos dio tiempo a ver el estreno de “Lo imposible”, la esperada película de J.A. Bayona. Espectacular en lo técnico, desmesurada en los medios. De guión lacrimógeno, e inconsistente en lo dramático. Muy al estilo de esas grandes producciones que igual que un chaparrón de verano te mojan un instante y al segundo se evaporan, Y dejan al espectador con las sensaciones olvidadas –– ¡aplastadas! ––, por el momento siguiente, arrastradas por lo pasajero de todo lo que cuentan. Incapaces de cuajar por falta de sosiego. Imposibilitada la trama de dejar recuerdo alguno. Sólo sitio para ver otra película del mismo género que nos haga de nuevo: reír, llorar o sobresaltarnos a toda prisa. Sin dejar huella que estorbe los recuerdos de la vida segura e inexpugnable que creemos vivir como nuestra. No nos vayamos a despertar y molestemos con preguntan incomodas a los que financian estos despropósitos, ¡Tan tristes!


También disfrutamos entre otras, por ejemplo con “¡Atraco!”, película modesta, pero interesante por lo bien dirigida. Por la interpretación admirable de casi todos los actores —hay una excepción pero nombrarla sería una descortesía—. Y sobre todo admirable por el montaje del maestro Fernando Pardo, para nosotros el mejor editor de cine del mundo, que demuestra una vez más su habilidad para hilvanar con puntada invisible cualquier descosido del rodaje, cualquier salto en el vacío que el empujón de un imprevisto haya causado en la claridad del lenguaje cinematográfico. En resumen, entre todos logran un resultado consistente y divertido.

Sin olvidarnos de “Siete Cajas” o de “En la casa” de Ozon de las hablaremos otro día. Hoy ya no hay más espacio.
 
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